Este cuadro es uno de los máximos exponentes del expresionismo, una corriente en la que los autores tratan de transmitir ideas, sentimientos y pensamientos a través de la deformación de los elementos que componen sus cuadros.
En esta obra concretamente, el autor coloca en primer plano lo que parece ser una figura humana con una evidente mueca de sufrimiento, probablemente gritando. Las gruesas pinceladas de esta figura se diluyen hasta mezclarse con el paisaje que le rodea.
En cuanto al color, hay un claro contraste entre la parte inferior y la superior, correspondiente al cielo. En esta última, el autor emplea colores cálidos (rojos y naranjas), mientras que en la parte inferior, predominan colores ocres.
El peso visual de la imagen recae completamente sobre la figura que aparece en la parte inferior, situándose el horizonte justo por encima de ésta. También encontramos una línea de fuga conformada por el mismo puente que parece perderse en el horizonte transitado por dos caminantes que parecen no ser conscientes de la angustia que padece la figura principal, y que seguramente sea reflejo de la propia situación personal del autor.
En cuanto al tipo de componentes de la imagen, el abstracto es el que se impone en esta obra.